Las personas un poco presurosas por realizar compras antes del siguiente aguacero, otras con cansancio en sus pies y en sus mentes ante el gris obscuro de la tarde, van y vienen. Parsimonia invernal.
De pronto sin previo aviso como suele suceder, alguien comienza a gritar, los demás miran y nadie sabe que pasa, más gritos, todos miran para todos lados, que pasó, que pasó.., y en menos de un segundo estampida humana, seres corriendo de aquí para allá, sin sentido, perdón en todos los sentidos menos en uno, hacia el camellón del comercio.
Por instinto, me dirigí en contravía a la marea humana, voy dando pasos y simultáneamente busco la pequeña cámara que no dejo ni para tomar tinto. Un ladrón?. Un carro en llamas? . No,no,no, que pasa?, Hay Dios mio, dicen todos pero nadie atina a definir nada. continúo y en un micro instante escucho el ruido, el bramar, llegó a mi mente el rugir de la tierra hace muchos años cuando siendo muy joven la tierra se sacudió y me hizo sentir la primer vibración de pies a cabeza.
El primer grito más o menos claro; ¡Viene, viene!, brinco al anden, inicio un pequeño trote a encontrarme con no se qué, pero la gente me detiene, nos chocamos, los empujones, la cámara, el ruido, el ruido llega. Alzo la vista y una carreta pasa ante mis ojos dando tumbos, una moto!, otra moto!, y llega levantando y arrastrando todo, la furiosa, la café gris, la sombra de la noche la acompaña, ambas van tapando e imponiendo su ley. BRRUUUUM, LA CORRIENTE.
Alguien me jala, señor, señor ayúdeme. Tengo la cámara en la mano dispuesto a captar la fuerza de la corriente lodosa, miro y veo un rostro desencajado,. por favor!!. Una señora desesperada con su mostrario de ropa de la moda, lo pierdo, lo pierdo.
La cámara en un instante al bolsillo, arrancando con fuerza un cordón amarrado a la pared se libera el mostrario de ropa y mercancía para el día 31, algo se cayó, no miramos, siguen los empujones pero nadie protesta, todos gritan...