Lo que inició como una celebración por las cosechas y luego transformada a celebración religiosa, ahora se está convirtiendo en celebración ciudadana.
El 31 de octubre lo esperan, no tanto los menores como los adultos, quienes preparan a sus menores para exhibir los mejores disfraces y salir a socializar.
Los menores saben que su papel es divertirse, reclamar y recibir dulces.
El 31 de octubre lo esperan, no tanto los menores como los adultos, quienes preparan a sus menores para exhibir los mejores disfraces y salir a socializar.
Los menores saben que su papel es divertirse, reclamar y recibir dulces.
Los mayores aspiran a que las obras de arte, desarrolladas en sus menores, sean apreciadas y celebradas, enaltecidas. Los mayores se encuentran, comparten y “rivalizan”, luego, cansados y en la intimidad de sus hogares recuerdan, se ríen, comentan durante el resto de la noche, al día siguiente para algunos ya es materia olvidada, para otros, es tema de "socarronería".
Cada año es mayor la actividad juvenil y de mayores en la celebración, pocos recuerdan el significado de tributo, tanto social (las cosechas) como religioso (brujas, muertos y santos), ahora se convierte en la fiesta del “encuentro, los dulces y la alegría”.
Los nuevos disfraces poco tienen que ver con brujas o santos, los nuevos disfraces buscan llamar la atención sobre múltiples motivos, lo que cada quien quiere; muchos quieren producir miedo que de risa, otros quieren enaltecer animalitos, sátira social (no sátira política), morbo, reconocer o ridiculizar figuras públicas, al final lo que todos buscan es divertirse y reír, encontrarse y sin conocerse, reconocerse como humanos.
Algunos sectores sociales se están ausentando de este tipo de celebraciones con argumentos principalmente religiosos, pero lo cierto es que la mayoría está convirtiendo el prejuicio y la expiación en sana alegría y libertad de expresión.
Cada año es mayor la actividad juvenil y de mayores en la celebración, pocos recuerdan el significado de tributo, tanto social (las cosechas) como religioso (brujas, muertos y santos), ahora se convierte en la fiesta del “encuentro, los dulces y la alegría”.
Los nuevos disfraces poco tienen que ver con brujas o santos, los nuevos disfraces buscan llamar la atención sobre múltiples motivos, lo que cada quien quiere; muchos quieren producir miedo que de risa, otros quieren enaltecer animalitos, sátira social (no sátira política), morbo, reconocer o ridiculizar figuras públicas, al final lo que todos buscan es divertirse y reír, encontrarse y sin conocerse, reconocerse como humanos.
Algunos sectores sociales se están ausentando de este tipo de celebraciones con argumentos principalmente religiosos, pero lo cierto es que la mayoría está convirtiendo el prejuicio y la expiación en sana alegría y libertad de expresión.